EL BOSQUE ENCANTADO
El lugar, llamado Villa Maravillosa, era un bosque encantado lleno de hadas y buenos duendes. Írides era una niña hada, que tenía siempre una sonrisa en su cara; todos eran amigos de ella.
Por su bondad había sido declarada el hada bondadosa de Villa Maravillosas...todos la querían. Un buen día, algo terrible pasó. Írides había desaparecido. Duendes y hadas buscaron por todos lados del bosque, y sus caras que siempre estaban llenas de alegría, se habían transformado en caras de tristeza y preocupación: ¡Cuánto lloraban sus padres y sus amigos! Hasta las mariposas dejaron de volar, las flores perdieron su color y Villa Maravillosa se transformó de repente en un lugar lleno de pena.
Un duende llamado Sam, que era el duende más inteligente de todos los duendes, tuvo una gran idea. Se le ocurrió que toda esta desgracia, ocurría por la envidia de los ogros, principalmente por el gran ogro llamado Otus, que no quería a las hadas porque ocupaban su lugar favorito en el bosque.
Preguntas:
¿Cual era la principal característica del bosque?
¿Quienes buscaban a Írides?
¿Qué se puede deducir al final de esta lectura?
Crimen y castigo
Hacía en la calle un calor sofocante: la atmósfera era casi irrespirable. El rumor de la multitud, la vista de la cal, los andamios, los ladrillos, y ese olor particular tan conocido por los habitantes de San Petesburgo que no pueden alquilar una casa de campo en el verano, todo contribuía a aumentar el nerviosismo del joven. El insoportable olor de las tabernas y figones, numerosos en esa parte de la ciudad, y los borrachos que a cada paso se encontraban, aun siendo un día laborable, acabaron de dar al cuadro un repugnante colorido.
Hubo un momento en que los finos rasgos del joven reflejaron un amargo disgusto. Su figura era, en efecto, atrayente: de bellos ojos de un azul obscuro, cabello castaño, talla superior a la mediana, esbelto y bien proporcionado. De pronto pareció quedar sumido en una profunda abstracción, o más bien en una especie de letargo. Continuó avanzando sin reparar en lo que le rodeaba, sin el menor deseo de ver nada, por otra parte.
De vez en cuando, y sin darse cuenta, se le escapaban algunas palabras, según su costumbre, como acababa de reconocerlo. En aquel momento advirtió que sus ideas se embrollaban y confundían, apoderándose de él una gran debilidad: hacía dos días que casi no comía.
Preguntas
¿Por qué reflejó el joven “amargo disgusto”?
¿Por qué el joven se quedó sumido en una profunda abstracción o en una especie de letargo?
Según tus propias inferencias, ¿Cómo debería continuar la historia?
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